El Sur también escribe
Néstor vino, paseó, miró, compró, me invitó a un café y ya de vuelta escribió una crónica. Más no se le puede pedir.
Si usted piensa que el libro está en crisis o que la gente cada vez compra menos textos, es bueno darse una vuelta por este evento anual que tiene mucho de espectáculo y de negocio; pero que, me parece, no está mal si el objetivo es acercar el libro a la gente.
Los alrededores del predio nada tienen que envidiarle al ingreso a cualquier estadio de fútbol, vendedores de panchos, gaseosas, pororó, globos; y ya en el ingreso algunas damas me quieren prender una cinta celeste en nombre de la niñez carenciada; otras con la cinta roja juntan fondos para enfermos con VIH, una anciana me estampa una cinta amarilla por no sé qué patronato, cuando me miro parezco un general de la Segunda Guerra con todas las condecoraciones. Si a eso le tengo que sumar todos los folletos que recibí en el trayecto sobre planchado a domicilio, tenedor libre, cuidado de chicos, fotocopias, venta de apuntes, etc.; descubro que todavía no entré y ya no sé qué hacer con tantos papeles.El primer salón es un lugar de descanso, de las promotoras y de la disputa por la publicidad entre el gran diario argentino y el de Bartolito. Hay también un estudio de radio transparente con figuras prestigiosas y más folletos que van a mi mochila.Tres son los salones dedicados a los expositores y se identifican con los colores azul, verde y amarillo. Los stands de las grandes editoriales se destacan por su escenografía... y por la escasez de títulos a la venta.Los más concurridos son los que tienen libros para chicos, algunos incluso hacen otras actividades para entretenerlos, así los padres descansan. Una maestra en la cola para pagar sus compras ya ha perdido la paciencia con sus alumnos, los conmina a que la esperen en el pasillo: "sí o sí, si no ya van a ver". Los docentes compran bastante para sus magros sueldos, la mayoría de los que vi, llevaban textos para su trabajo.En el exhibidor de una editorial los libros del archifamoso Paulo Coelho conviven con las memorias de Enrique Gorriarán Merlo, el ideólogo de la toma del cuartel de La Tablada. Agua y aceite, ¿o no?"¿Tenés algo de José Donoso?", le pregunto a un chico de la empresa que editaba al novelista chileno. "Donoso, Donoso, ¿qué escribe ese señor?". Confieso que la pregunta me descolocó, "libros de cocina", le contesté. "No, de cocina creo que no hay nada". Huí despavorido. Ese chico tiene de librero lo que yo de carnicero.En el sector de Cuba, mucha bandera, mucha lámina de Fidel y del Che, pero libros cubanos muy pocos. Lo mismo pasa en el sector de España, gran cantidad de metros ocupados, un decorado espectacular y una pobreza de libros que llama la atención. Afortunadamente algunas librerías importadoras estaban bien surtidas de textos españoles; eso sí, con precios galácticos.Una fila crecía aceleradamente, pensé que regalaban libros o que alguien muy famoso firmaba, me fijé y no, unas promotoras repartían fernet. Ahí me quedo hasta la columna que viene.
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