todoy nada
1.5.08

La otra feria/3

Jorge Mayer está irremediablemente perdido, que alguien le avise.

3.

Alguien tiene que decirlo. Los hippies no son hippies. O no acceden a esa clase por el mero hecho de bañarse poco y dejarse el pelo más largo de lo aconsejable. Ninguno vive de esas chucherías que ponen a la venta. Todos tienen un ingreso más o menos velado, un madero que los mantiene a flote. Ninguno puede confesarlo. Si así lo hiciera, atentaría contra su propio negocio. Si esos raros especimenes venidos de otras partes no creyesen que los hippies son auténticos hippies se perdería el encanto de la feria. El tipo que compra una baratija no se siente un mero comprador, la mitad de una transacción comercial. El tipo siente que ha hecho por salvarle la vida a ese pobre infeliz que no tiene otros medios. El tipo se siente confortado en su corazón porque cree que ha hecho una obra de bien. Esa sola condición convierte a la feria en un buen lugar para estar. Todas las almas son buenas, al menos hasta que llega la hora de desarmar cada puesto y volver a casa.





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