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todoy nada |
![]() Sin andar mucho porque los largos pasillos de alfombra roja son agotadores conseguí un par de ofertas. No más. Hay ofertas en la Feria, pero los libros que están en oferta son los mismos que están en liquidación en la avenida Corrientes. Se puede decir, incluso, que hay bastante menos ofertas en la Feria que en algunas librerías de la avenida Corrientes. La exuberancia de papel y de color y de murmullos acaba por ser agobiante. Compré una vieja edición de los breviarios de FCE: la biografía de B. Traven escrita por Michael Baumann, que alguna vez leí pero faltaba en mi biblioteca. Compré, por sugerencia de Maguila, Ciudad veintisiete, de Jonathan Franzen. Durante el verano pasado leí Las Correcciones y una novela como Las Correcciones me da impulso para intentar leer esta otra de Franzen, escrita antes y, además, muy barata. La última novela de Franzen publicada todavía no está disponible por acá. Compré, más por afán de coleccionista que por vocación de lectura inmediata, un libro sobre el anarcosindicalismo en el movimiento obrero boliviano entre 1912 y 1965. No compré y hubiera querido hacerlo desesperadamente los tres volúmenes de los Relatos de Kolimá, de Shalámov. Tres volúmenes en la edición de bolsillo de Minúscula, edición bastante pobre y con letra apenas aceptable. El precio de los tres volúmenes supera los cuatrocientos pesos. Como si estuviéramos protagonizando una telenovela de los años noventa, ella lo dijo sin el menor movimiento muscular en sus cachetes de mármol en tanto a mí se me desmoronaban todas las esperanzas. Debí robarlos, no me animé: ahí me doy cuenta de cuánto he envejecido. No compré los Relatos de Kolimá, tampoco los robé, seguiré sin poder leerlos. Busqué el Borges de Bioy, no lo encontré. Al preguntar por el libro en el stand de una afamada editorial la vendedora puso cara de barbie jugando póker y susurró desconocerlo. Por las dudas fue a preguntarle a su compañera, vestida con el mismo uniforme y con mirada de vaca despistada: "el señor busca el Borges de voy", dijo barbie jugando póker. Tal vez oí mal, y lo que en verdad dijo fue "el señor busca el Borges de hoy". Mirada de vaca despistada tampoco supo nada de ese libro tan misterioso que yo andaba buscando. Pero no todo es queja sobre esta Feria del Libro versión 2011: con notable eficiencia, en los camiones del Estado dispuestos para la ocasión me confeccionaron y entregaron el nuevo DNI y la Cédula de Identidad en menos de dos horas y media. Mi amigo K. (¿quién de nosotros no tiene un amigo K. con el que cruzarse en los pasillos de la Feria del Libro 2011?) aprovechó la volada y mi asombro y me afirmó rotundamente: "Cristina lo hizo".
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